Con entusiasmo preparas tu sesión de aprendizaje siguiendo estrictamente los pasos planteados por el MINEDU. Llegas a tu aula, empiezas con el feedback o el previous knowledge, crees que todo va a salir conforme lo planificaste, de pronto tu sesión se ve interrumpida por el claxon del camión recolector de basura, promociones de algunos comerciantes en el mercado o por algún medio de sonido, ruido estridente de algunos instrumentos musicales, llamadas a las alumnas indicando que la clase de educación física empieza, música producida por la mezcla de muchas melodías con grupos de alumnas bailando bajo un sol inclemente o el alto parlante anunciando la interrupción de las clases por alguna juramentación o actividad que solo algunos conocen.
A pesar del calor propio de la estación decides cerrar la puerta de tu aula, subes el tono de tu voz y ves a algunas alumnas cubren sus oídos con sus manos o mueven sus dedos al ritmo de la música o sus labios tal vez tararean la letra de la canción que escucha, algunas se atreven a preguntar: “Profesor, ¿puede hablar más alto?
De pronto te das cuenta que no todo lo que brilla es oro y tu sesión de aprendizaje se convierte en un plan de contingencia.
Empiezas a buscar respuestas y llegas a la conclusión de lo importante que son los espacios específicos para el ensayo de música, las clases de educación física o el ensayo de algunas danzas o simplemente continúas esperando una mejor propuesta de nuestros directivos para no terminar medio sordos y estresados.
Mientras no tengamos estos lugares no nos queda más que involucrarnos sin querer a la contaminación sonora de la que estamos siendo víctimas.
Me pregunto: ¿Qué pasará el día que se implemente el Plan de Fortalecimiento de la Educación Física en nuestra escuela?
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